El santo


Acariciaba el filo de su pensamiento, a medida que corría su mirada por el ambiente. Las luces y los reflejos, auguraban el equívoco vagar de las imágenes y fue entonces que vio a su santo hablarle. Esto que narro parece remitir de modo directo a los hechos, pero faltaría a la verdad debido a mi endeble memoria.

-A tres cuartos del octavo escalón, le dijo.

Buscaba una explicación ante lo que le parecía una sentencia producida por el sueño y la esquizofrenia. Los fantasmas esparcidos por el ambiente danzante, zumbaban repartidos como en la tarde ultima y se arremolinaban en su pecho descubierto.

La memoria no ha sido nunca una de mis grandes virtudes, pero fácilmente puedo distinguir cuando alguien narra las imágenes de otro, como yo narro lo que el cuenta de el.

Más tarde, en la arcada gesticular de la ventana, su santo le refería algo sobre los espejos y pienso, si mal no recuerdo lo que oigo, que le dijo algo como.

-son siete esferas.

Continuar narrando en la voz del otro que me zumba lo de otro, me incuba un fuerte dolor de cabeza y pienso en la voz del santo, acaso la única voz que resuena por fuera de la telepatía.

Un dia de abril, enjaulado en cristal, tuvo una revelación.

-dos espejos no se conocen, dijo el santo.

Aturdido creo, subió las escaleras y si mal no recuerdo, yo subi con el.

Hablaban en la planta superior y tentado por una extraña fuerza, subi para comprobar, aquel extraño dia de abril, esas dos voces que parecían zumbar como moscas.

Nos encontramos los tres, que eran dos, que eran uno y el santo nos hablo.

-Consigues verme? Dijo.

-Logre verme, dije y apague la luz.


E.Soler

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